La Plaza Mayor es de forma cuadrada y la integran un conjunto de edificaciones porticadas. Allí se encuentra la Casa Consistorial. Según Bas Gonzalo: en 1621 ya se ha construido el Ayuntamiento para alcaldes y regidores. No tomaríamos decisión importante sin antes convocar a Concejo a todos los vecinos y medio vecinos, viudas y mozos de casa abierta. En 1966 se decide edificar un nuevo Ayuntamiento que hace perder a los sanestebeños su reloj municipal. En la década de los 90 y, según algunos, tras un incendio, se reconstruye el edificio a imitación del original del siglo XVII, de ahí que “sus cuatro balcones principales se abran sobre los cuatros severos arcos del pórtico” (Artigas y Corominas, P). En 1994 la Duquesa de Alba (entonces, y, hasta su muerte, Condesa de San Esteban de Gormaz) lo inauguró y devolvió a la plaza el esplendor perdido. Ah, y también su reloj. En la fachada del Ayuntamiento podemos encontrar una plaza que conmemora tal evento. Así mismo, en el interior, hay una lápida descubierta a principios del siglo XX (cuando todavía existía el edificio original del siglo XVII) que conmemora su construcción:
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Pero lo que más destaca de este lugar son los soportales, que incluso continúan hacia la calle Mayor, elementos catalogados como de interés histórico o arquitectónico que deben ser protegidos, según se dispone en el anexo de las Normas Subsidiarias Municipales de Planeamiento aprobadas en 1.995. Con carácter general, los soportales de la Plaza Mayor se caracterizan por ser un lugar de encuentro y reunión para todos los vecinos, pero sobre todo para aquellos que no tienen su domicilio en esta Villa. Lo curioso de San Esteban es la madera elegida para hacer tales soportales, pues son de olmo y si tenemos en cuenta que el 99,9 % de los olmos han muerto de grafiosis, entonces, estamos ante una arquitectura difícil de reemplazar por no decir imposible. El origen de los pórticos en la plaza mayor de San Esteban, al igual que en el resto de villas y ciudades castellanas no es otro que resguardarse de las inclemencias del tiempo (arquitectura que trasladaríamos a las iglesias): del sol abrasador en verano y del frío polar en invierno y cuyo objetivo principal era proteger a los mercaderes ya que en esta plaza se celebraba el mercado. Aquí se vendía de todo, aunque a partir de 1922, cuando se derriba la iglesia románica de San Esteban, en la plaza la Placituela, se decide, primero trasladar la venta de cerdos allí, y posteriormente el resto del mercado.
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