En los años finales del siglo XI y durante los dos siglos siguientes San Esteban alcanzará los momentos de mayor desarrollo y crecimiento en su historia. A la importancia militar de la etapa anterior, que aún conserva, se une el peso demográfico y económico.
El aumento de población es espectacular. Tenemos datos para fines del siglo XIII que nos indican para San Esteban más de 3.000 “vecinos” -pensamos que incluye también su Tierra-. De ellos unos 120 “vecinos” son caballeros y 562 judíos. El contingente mudéjar también sería numeroso. Por su parte, clérigos y religiosos alcanzarían un número similar al de los nobles. Sin embargo, la mayoría son pecheros, dedicados a la agricultura y ganadería, que compaginan con la elaboración de aperos y útiles de trabajo.
A nivel social, además de las diferencias de status -nobleza, clero, pueblo-, la religión y raza van a marcar, conforme avanza el tiempo, grupos en la población de San Esteban. Las importantes minorías de hebreos y mudéjares mantienen, dada la tolerancia castellana, sus modos de vida y prácticas religiosas.
La mayor parte de la población es cristiana, organizada en dos parroquias, San Miguel y Santa María del Rivero. En este periodo se construirá la iglesia de Santa Olalla, de estilo gótico, la más grande de la población, posiblemente a expensas de un grupo de caballeros sanestebeños. En cambio, los monasterios benitos de la localidad, San Esteban, Santa María y San Martín, prácticamente vacíos, pasan a depender en 1154 del obispo de Osma, donados por Sancho III. El primero se convertirá en parroquia, mientras los otros dos, situados al otro lado del río, serán ocupados por canónigas y canónigos de San Agustín a fines del siglo XII. En 1219 las agustinas se convertirán en dominicas, siguiendo a Domingo de Guzmán, siendo en 1270 trasladadas a Caleruega.
Podemos pensar que el crecimiento en este periodo fue muy intenso, debido fundamentalmente a la inmigración. Para poder mantener esta población creciente hubo de ampliarse al máximo la ganadería y la agricultura. La fijación de la frontera en el Tajo ayudaría a extender el ámbito de la superficie agrícola útil. Sin embargo, con las técnicas entonces utilizadas -arado romano, buey como animal de tiro, rotación bienal sólo en las mejores tierras, abono animal...- la productividad era baja, y la roturación de tierras poco aptas para el cultivo llevaría a rendimientos decrecientes, lo que impediría sostener una población elevada cuando incidiese en la cosecha algún factor negativo.
Los cereales panificables y la vid serían los productos más extendidos, aunque también las plantas forrajeras ocuparían amplios terrenos. Huerta y frutales completarían la producción junto a cultivos de aplicación textil. Una parte importante del paisaje agrario estaría ocupada por barbechos.
La ganadería, potenciada desde la primera repoblación, estaría muy desarrollada, especialmente la ovina. Al existir amplios terrenos comunales de uso colectivo, para pasto y madera fundamentalmente, los animales tienen asegurada la alimentación parte del año, sin necesidad de costes muy elevados, beneficiándose todos los vecinos, pero especialmente los menos favorecidos. Por su parte, la leña será indispensable durante siglos -construcción, cocina, calefacción...-. La caza y la pesca serán actividades económicas complementarias, pero importantes, en la alimentación.
La producción, tanto agrícola como ganadera, será para el propio consumo, existiendo intercambios con zonas muy cercanas. Fechas importantes serían las ferias, que muestran, además, la importancia de esta población. Durante las celebradas en 1293, del 15 al 26 de noviembre, los datos de recaudación de la sisa -impuesto que gravaba la venta de cualquier producto- elevan a 600.000 maravedís el total de lo vendido, cifra más que respetable en su tiempo. Además, San Esteban goza de un día semanal de mercado, con las franquicias y libertades usuales en estos casos.
A nivel laboral se irá produciendo especialización, y es posible que a fines de este periodo existan artesanos y comerciantes dedicados exclusivamente a sus negocios -prestamistas, tejedores...-, judíos y mudéjares muchos de ellos.
El sistema de Concejo abierto y participativo se mantiene durante estos siglos, con las ventajas que de ello se deriva para toda la comunidad.
En el aspecto político, si los juglares amenizan los días festivos con cantares como el de Mío Cid -no vamos a entrar en polémica sobre este tema-, los sanestebeños vivirán jornadas más importantes por estas fechas. Así, en 1187 se celebrarán aquí las primeras Cortes de Castilla y del occidente europeo.
Aunque la frontera está lejana, la milicia concejil de San Esteban participará en la batalla de las Navas de Tolosa, 1212, donde el peligro almohade es por fin desbaratado, reiniciándose la expansión hasta mitad de siglo. También en ésta participarán sanestebeños, por ejemplo en la toma de Baeza, en 1227.
Además San Esteban se convierte en dote habitual de princesas, manteniéndose en la esfera del realengo. En otras ocasiones su castillo servirá para prisioneros ilustres -Luis de Anjou- o será entregado como garantía a nobles levantiscos.
Pero, al tiempo, se suceden donaciones a monasterios, iglesias y nobles, en un proceso de acumulación de propiedades y derechos que, a largo plazo, será perjudicial para sus habitantes, porque deben seguir contribuyendo a los gastos del reino, y cada vez en mayor medida, dado que muchos recursos de la Corona pasan a manos de particulares, nobleza y clero, que no pagan impuestos.
Texto extraído de "Síntesis Histórica de San Esteban de Gormaz" de Félix García Palomar.
Soria Hogar y Pueblo. Extra de Fiestas, 8-IX-88, pp. 9-13.
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